(Diario de León 03/07/2007) Carmen Tapia.
«Con el volumen emitido por los nuevos reproductores de música MP3 e IPod, la nueva tecnología de audio de las salas de cine y las salas de ocio nocturno y en los coches, los jóvenes se arriesgan a quedarse sordos treinta años antes que la generación de sus padres». Quien así alerta de las consecuencias de la exposición a ruidos de alta intensidad es el jefe de servicio de Otorrinolaringología del Hospital de León, Cristino Casas.
Este especialista, que ha dado varias conferencias sobre las consecuencias del ruido en el deterioro del oído, advierte que escuchar música con auriculares con un volumen alto y durante más de 90 minutos al día puede dañar irreversiblemente la audición. «Este tipo de dispositivos digitales, son capaces de producir directamente en el conducto del oído externo 139 decibelios de volumen, cuando incluso los sonidos de 80 a 90 decibelios pueden ocasionar daños irreversibles».
Casas compara la intensidad del sonido de estos aparatos con el ruido generado por un avión al despegar. «Si una persona se excede un día, y luego no usa los auriculares durante una semana no ocurre un mayor riesgo, el problema está en alguien que excede el 80% del volumen del aparato durante 90 minutos días tras día, mes tras mes, año tras año».
Según la Encuesta Nacional de Salud, un millón de personas tienen sordera en España, de los que 35.000 tienen entre los 15 y los 24 años. «El aumento de la sordera entre los jóvenes se atribuye al uso frecuente, y generalmente a todo volumen, de estos aparatos».
Auriculares de botón
El dispositivo más perjudicial para el oído son los llamados auriculares de botón, «además de colocarse directamente en el conducto auditivo externo, al contrario que los modelos más antiguos de cascos, con almohadillas y diadema de sujeción, los actuales auriculares apenas si aíslan el ruido exterior provocando que la persona tienda a subir cada vez más el volumen, con las consiguientes repercusiones para el oído», asegura Casas, «si la música de unos cascos está suficientemente alta para que la escuchen las personas que están alrededor, entonces está lo suficientemente alta como para causar daños en la audición. Estos sonidos a altas densidades ocasionan la muerte de células receptoras del oído interno, que son irrecuperables».
Los especialistas aseguran que los trastornos producidos por el ruido no sólo afectan al oído, «una vez desatada la sordera por ruido, ya el paciente ha convivido con una permanente alteración nerviosa, desórdenes digestivos, insomnio, agresividad, fallos de la visión, problemas cardíacos, hipertensión arterial y bajo rendimiento productivo, entre otras cosas».
Las perdidas de audición producidas por el ruido son bien conocidas desde la antigüedad. En la historia del naturista y escritor romano Plinio el Viejo (79 a. de Cristo) se relata que los pacientes que vivían cerca de las cataratas del Nilo se quedaban sordos debido al ruido. La pérdida de audición es sutil. Se da tan gradualmente que muchas veces la persona que la sufre no lo nota hasta que comienza a escuchar un zumbido, «en general el primer síntoma no es la sordera, sino el zumbido y la sensación de ensordecimiento», afirma Cristino Casas, «en muchos casos la gente no repara en este sonido durante el día, que es de muy baja intensidad, sino sólo en el silencio de la noche», destaca este otorrino que advierte que los síntomas desaparecen con el descanso para ser definitivo más adelante.
«El zumbido es signo de la primera lesión, que se produce a nivel de las frecuencias agudas, y que no afecta, por lo tanto, a la percepción del habla. Pero si continúa la exposición, se afecta la percepción de tonos medios y graves y se dejará de escuchar las conversaciones», advierte este especialista. La pérdida de audición ocasiona problemas sociales serios, «desconecta a las personas de su familia y amigos y hace la comunicación extremadamente difícil».
El ruido está considerado como una forma de contaminación ambiental. El oído humano está preparado para soportar unos 80 decibelios como término tolerable. Esta percepción sonora se puede equiparar con la producida por una calle de tráfico elevado. Más de 80 decibelios es perjudicial para el organismo, estiman los especialistas. «A partir del uso de maquinarias desde las herrerías en la Edad Media el inicio de la artillería en las guerras, se observó como los sujetos sometidos a sonidos de intensidades elevadas desarrollaban sorderas profundas», explica Casas que define el ruido como un factor de disturbio ecológico al que se atribuyen distintas enfermedades.
Limitar el tiempo de exposición
CRISTINO CASAS
En la etiología de las lesiones por el ruido influyen: la suceptibilidad individual, que hace que en igualdad de condiciones unos sujetos sufran mucho más daño auditivo producido por ruidos; la intensidad, siendo ésta perjudicial a partir de 80 decibelios (los aparatos reproductores de música llegan hasta los 140 decibelios); tiempo de exposición, siendo este factor determinante, la música escuchada por encima de 80 decibelios durante más de 15 minutos genera daño en el oído interno.
Sin embargo, también establece que con una exposición auditiva de 120 decibelios durante aproximadamente dos o tres minutos, la lesión es grave, irreparable, a pesar de que pueden pasar años antes de que el sujeto note la presencia del daño irreparable.
Para prevenir estas lesiones, a parte de escuchar la música a menos intensidad, otra manera de evitar daños es limitar el tiempo de escucha. Y es que el hecho de que los iPod y otros reproductores MP3 permitan almacenar infinidad de ficheros y escuchar música durante muchas horas, hacen que los adolescentes sometan a sus oídos a esta tortura durante mucho tiempo. Según los estudios, lo recomendable es seguir una simple regla de 60/60, esto significa no más de 60 minutos al día con los auriculares a un 60% del volumen del aparato.
Celebridades como el músico Pete Townshed alertan de los efectos nocivos que pueden acarrear un volumen excesivo. El guitarrista y líder del mítico grupo británico The Who, de 60 años, confiesa que se ha visto obligado a suspender últimamente sesiones de grabación por los problemas de audición atribuyendo sus actuales problemas, no al volumen excesivo de sus conciertos con su grupo de los 80, sino a los sonidos emitidos por los auriculares en el estudio de grabación: «Mi intuición me dice que quienes abusan de los aparatos MP3 con auriculares van a tener problemas», advierte el músico en una confesión en su portal de Internet.
En un estudio realizado en Alemania, en el que se hizo un seguimiento a estudiantes de Berlín, mostró que uno de cada diez jóvenes menores de 18 años ya había sufrido daños en su oído que le impedían mantener y entender una conversación normalmente. Los investigadores encontraron que los adolescentes que escuchaban música con reproductores mp3 durante más de dos horas al día y que acudían a una discoteca al menos una vez a la semana, así mismo, tenían una reducción de diez decibelios en su sensibilidad auditiva. Diferentes estudios efectuados en el Reino Unido y EE.UU. llegan a las mismas conclusiones de que los jóvenes que han soportado niveles de ruido excesivos tienen alteraciones auditivas.
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