Cuando bajaba hace pocas semanas sobre las 12 del mediodía a la
cafetería saludé a una distinguida y encantadora administrativa del
hospital. Se paró para decirme que había leído mi artículo de 'Tabaco y
cáncer de pulmón' y preguntarme como había dejado de fumar, 'aunque me
han dicho que todavía fuma algún puro'. Me dijo también que ella fumaba
menos de diez cigarrillos al día y me preguntó si esa cantidad le podía
hacer daño.
He leído en alguna ocasión, le dije, aunque no recuerdo donde ni que
validez científica tenía, que se puede fumar un cigarrillo a la semana
sin riesgo para la salud, y a partir de ahí comienza el peligro. Y por
supuesto, el daño aumenta en proporción directa con el número de
pitillos fumados. Fumar menos de diez hace menos daño que fumar más de
veinte, pero es mejor no fumar ninguno. Continué diciéndole que sí era
verdad que después de haber dejado de fumar hace muchos años en alguna
celebración había fumado un puro, pero que no se lo recomendaba hacer a
ella cuando dejara de fumar porque probablemente volvería a caer. Y
añadí, cuando fumé algún cigarro ya estaba seguro que no volvería a
fumar nunca más, y ya hace mucho tiempo que no fumo ninguno.
Me preguntó de nuevo como lo había dejado y si me había costado mucho.
Le respondí que había dejado de fumar, dejando de fumar. Cuando lo dejé
todavía no había esas 'ayudas' que hay ahora, que ayudan poco. Lo
conseguí porque la voluntad -lo más importante para cesar de fumar- me
ayudó a pasarlo mal unas semanas, mientras le ganaba el combate a la
nicotina. Ahora los fumadores quieren dejar de fumar 'sin pasarlo mal', y
es un gran error porque creo que no es posible vencer ninguna adicción
sin estar dispuesto a pasarlo mal. Y el fumador es un adicto a la
nicotina. Le expliqué que recordaba mal lo que me había costado, pero
que estaba seguro de haber hecho varios intentos antes del definitivo.
Pero le conté que recordaba muy bien lo que me pasaba cuando en las
tentativas previas conseguía dejar el tabaco unos días y volvía a fumar
un cigarrillo: en unos segundos notaba como la nicotina llegaba a mi
cerebro, pero también hasta mis pies, produciéndome una sensación
-¿placentera?- difícil de describir. Esta sacudida de la nicotina
conseguía que poco después 'necesitase' fumar otro pitillo. Había
tragado el anzuelo, estaba enganchado de nuevo?, hasta el último
intento, en que la vencí y ya no volvió a sacudirme. No es imposible
dejar de fumar. Mire, todo es imposible, para usted o para mi, si nos lo
parece. En 1980, antes de la llegada de la farmacoterapia para el
tabaquismo, se hizo una encuesta entre los exfumadores británicos y un
53 por ciento dijo que no había sido nada difícil dejar el tabaco, un 27
por ciento que había sido bastante difícil y el resto muy difícil.
Ahora me toca preguntar a mí.
- ¿Qué años tenía cuando comenzó a fumar? ¿Por qué comenzó? ¿Nunca ha dejado de fumar?
- Ya pasaba de los 18, no sé por qué empecé, tal vez por 'chulería', y dejé de fumar cuando quedé embarazada.
- Muchas mujeres dejan de fumar cuando se quedan embarazadas, como lo
hizo usted. Si ha dejado de fumar durante el embarazo significa que
también puede dejarlo ahora. Dejó de fumar en el embarazo por la
motivación más importante para una madre, la salud de su hijo. Sin
embargo, después del parto, una gran parte de las mujeres que lo han
dejado vuelven a fumar, igual que hizo usted. No hacer daño al hijo que
llevan en el vientre es mucho más importante para ustedes que no hacerse
daño a sí mismas. ¿Acaso no sigue siendo importante para su hijo que
usted no pierda años de vida? Escuche atentamente, por favor. Hace unos
años una expectante joven abuela de 44 años, con cáncer de pulmón y
metástasis en otros órganos por haber fumado desde los 20, me preguntaba
si duraría para ver a su futura nieta. 'Ahora no me viene bien morir',
decía. Se murió sin verla.
- Oiga, oiga, que yo no quiero perder años de vida. Y fumo porque para mí fumar es un placer.
- Decía Juvenal que lo que da valor a un placer es usarlo raramente.
Estoy de acuerdo con él y hasta creo que lo que hacen algunas personas,
fumar algún cigarrillo muy de vez en cuando, como hacían las mujeres
mayores de mi aldea que fumaban el día de una boda o en la fiesta del
pueblo, puede entenderse. Y no estoy de acuerdo con lo que usted dice,
que fumar sea un placer. Para la persona alcohólica tomar todos los días
la bebida a la que es adicta también es un placer. Usted cree que lo
hace por placer y no es verdad. Fuma porque es adicta a la nicotina. Con
respecto a la pérdida de años de vida, en el siglo pasado se hizo un
estudio muy serio con médicos ingleses que duró más de cuarenta años, en
el que una mitad dejó de fumar al inicio del estudio y la otra mitad
continuó fumando. Pues bien, los que fumaron más de 25 cigarrillos al
día vivieron 10 años menos que los que habían dejado de fumar y los
fumadores de menos de 20 cigarrillos perdieron 7,5 años de vida. Usted,
si sigue fumando, puede tener suerte y ser de la personas que no pierdan
ningún año de vida ?ojalá-, para compensar a otra de su grupo que
pierda 15. Pero atienda bien, morirse por echar humo es la mayor
estupidez que se puede hacer en la vida y dejar de fumar es una de las
cosas más importantes que decimos haber hecho los exfumadores. Aún
aceptando que para usted fumar sea un placer, las cosas buenas que se
producirán, y notará, cuando cese de fumar son muy superiores: no
volverá a tener toses matutinas, sufrirá menos bronquitis, recuperará el
olfato y el gusto que había perdido y las comidas ya tendrán el olor y
sabor normales, tendrá menos dolores de cabeza, mejorará el color y
textura de su piel -ya veo que aún la tiene muy bien-, se arrugará menos
y más tarde, se le irán los hormigueos de las manos si los tenía,
desaparecerá el olor a humo de tabaco de sus vestidos, ahorrará, y otras
cosas que me callo.
Y le voy a decir algo más. No sé si ha oído hablar de Magic Johnson. Fue
un fenomenal jugador de baloncesto en el equipo de Los Angeles Lakers
de la NBA. En 1991 hizo público que había contraído el virus de SIDA, y
la causa había sido haber tenido relaciones sexuales con numerosas
mujeres. No tome mi comentario como 'machista'. Le diría lo mismo si se
tratase de una baloncestista. Adelantar la muerte por este motivo lo
considero mucho menos estúpido que adelantarla por echar humo.
- Bien, le he escuchado atentamente, y creo que tiene razón en que lo más importante para dejar de fumar es la fuerza de voluntad. Me di cuenta cuando dejé el tabaco al quedar embarazada. Pero ahora dígame, ¿hay ayudas farmacológicas que valgan la pena?
- La mayor parte de los que dejan de fumar, aún hoy, lo hacen sin ayuda
farmacológica alguna. La cesación no asistida continúa a la cabeza y a
mucha distancia del otro método más utilizado, el tratamiento
sustitutivo de nicotina. Incluso recientemente se ha comparado este
tratamiento con placebo y no hay casi diferencias. Lo que pasa es que la
cesación no asistida, es decir lograda por uno mismo, es rara vez
enfatizada y aconsejada para los fumadores. Y la eficacia de otros
tratamientos farmacológicos está engrandecida porque la mayor parte de
los estudios están financiados por las compañías farmacéuticas que
venden estos fármacos. La eficacia en los estudios no financiados por
las compañías farmacéuticas ha sido mucho menor.
- ¿Tengo entonces que escoger entre tabaco o salud?
- Sí, y por favor, no lo demore. El tabaco no da una segunda oportunidad.
Nos despedimos. No estaba seguro de haberla convencido. Pero me equivoqué.
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