Doctor Miguel Ángel Peraita
5-01-2011
www.drperaita.com
Light significa “ligero”, a la vez significa “luz”, pero también significa, en lenguaje médico “cuidadín”. Y esto es así pues la publicidad nos ha llevado a pensar que detrás de la etiqueta “Light” está un producto saludable, más natural que los originales cargados de calorías o azúcar. ¡Cuidadín!
Otra vez: la salud depende en gran medida de lo que comemos. Si nuestro cuerpo tiene que gastar energía en defendernos de lo que ingerimos, poca energía le vamos a dejar para mantener la salud.
Simplemente, los productos Light tienen que mantener un nivel de sabor apropiado parecido al del producto original “no Light”, pero con menos calorías y, a veces, con menos azúcar, pues cada vez hay más gente que sabe que el problema de la obesidad está más relacionado con el contenido de azúcar que con el de grasas. El contenido en azúcares también es determinante en el caso de los diabéticos, que deben tener una especial en su consumo. Y el tipo de edulcorante que usan tiene que ver mucho con usar los más baratos.
Hay mucho que decir sobre los edulcorantes artificiales, sobre los efectos del consumo prolongado de aspartamo, sobre la prohibición en casi todo el mundo para utilizar ciclamato (en España debemos ser inmunes porque se sigue permitiendo su uso), etc, pero en esta ocasión quiero centrarme en los efectos de la fructosa sobre la salud. Creo que es muy importante, pues la idea general es que es un sustituto saludable para el azúcar, y la evidencia médica actual va en el sentido opuesto. De ese modo, el público piensa que es mejor consumir una mermelada sin azúcar (pero con fructosa en su lugar), o un chocolate sin azúcar (reemplazado con fructosa), o un turrón “Light” repleto de fructosa en lugar de azúcar para endulzarle.
Y aprovechar por abogar por el uso del edulcorante Stevia, o azúcar verde, que se trata de un edulcorante extraído de una planta brasileña, con propiedades muy interesantes, como disminuir las ansias por dulces e influir beneficiosamente en intestino, pulmones, hipotensor, retrasa las caries, etc.
La fructosa es un monosacárido, unidad más simple de los denominados hidratos de carbono. Por tanto, aporta 4 calorías por gramo. Se encuentra de modo natural en las frutas y también en la miel. Así mismo, es un componente básico de la sacarosa o azúcar común.
Nos dice la OMS, en el 2015 tendremos unos 2.300 millones de adultos con sobrepeso y más de 700 millones entrarán en la categoría de obesos, y que la alta incidencia de la obesidad en los países desarrollados coincide con el incremento del consumo de bebidas enriquecidas con fructosa.
En la prestigiosa revista Hepatology se ha publicado cómo el mecanismo molecular de la fructosa de las bebidas podría alterar el metabolismo energético de las grasas y llegar a provocar un hígado graso y síndrome metabólico. Yo he podido constatarlo, pues en mi consulta valoramos la grasa visceral de nuestros pacientes, y podemos demostrarles como cambia según modifican ciertos hábitos. Hay que indicar que no nos referimos directamente a la fructosa que ingerimos con la fruta, sino a su forma concentrada que utilizamos para sustituir al azúcar, y de estas, el más utilizado es el sirope de maíz.
En efecto, la fructosa aumenta la síntesis de grasas en el hígado y reduce su eliminación. Parece que esto se debe a su acción sobre la hormona leptina, que dejaría de funcionar correctamente. Es decir, con la fructosa va a aumentar la leptina, que es la hormona que ayuda a controlar el apetito y a eliminar grasa del hígado, pero en este caso el cuerpo se hace resistente a ella, y sus efectos no funcionan. En otro estudio se comprobó que la fructosa producía alteraciones en ciertas hormonas que participan en la regulación del peso corporal (leptina, insulina y grelina) de una forma diferente a como lo hacen otros carbohidratos, como la glucosa.
En los estudios realizados en humanos, el efecto de la ingesta de bebidas enriquecidas con fructosa parece ser más intenso en las mujeres. Según otro estudio realizado en la Universidad de Cincinnati (USA) y en el Instituto Alemán de Nutrición Humana, y publicado en la revista Obesity Research, el consumo de fructosa favorece el almacenamiento de grasa en el cuerpo. Midiendo la grasa corporal mediante resonancia magnética en animales de laboratorio, comprobaron que el grupo que había consumido agua con fructosa tenía en torno a un 90 % más de grasa que el que había tomado sólo agua como bebida.
Hay personas que sufren de intolerancia hereditaria a la fructosa, lo que se conoce con el nombre de fructosemia. En esta enfermedad, el consumo de cualquier fuente de fructosa, incluida la sacarosa, ocasiona hipoglucemia (niveles bajos de azúcar en sangre) y daño hepático progresivo, de no instaurar las medidas adecuadas.
Las bebidas carbonatadas que contienen fructosa pueden ser causa de diabetes según investigadores de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, que han estudiado cómo se comportan las bebidas carbonatadas de alto contenido en jarabe de fructosa, y sobre todo en niños, tras analizar 11 bebidas carbonatadas diferentes que contenían jarabe de fructosa. En todas midió niveles “asombrosamente altos” de carbonilo reactivos, que son componentes altamente reactivos asociados a la rotura de las moléculas de glucosa y fructosa, y que produce daño en las células. La fructosa diluida en las bebidas es más peligrosa debido a que los carbonilo reactivos apenas se producen cuando el azúcar se encuentra en estado sólido. Además, los carbonilo reactivos se encuentran más elevados en la sangre de las personas con diabetes y están asociados con un aumento de las complicaciones de su enfermedad.
Otro estudio reciente, publicado en abril de 2009 en el Journal of Clinical Investigation, sugiere que las bebidas endulzadas con fructosa pueden tener efectos negativos sobre la sensibilidad del organismo a la insulina y su capacidad para procesar las grasas, lo que aumenta el riesgo de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular. Aún así, el estudio indica que las bebidas endulzadas con glucosa no parecen tener el mismo impacto. En el estudio, los que consumieron las bebidas endulzadas con fructosa mostraron un mayor aumento en la grasa intraabdominal (visceral), que los que ingerían bebidas con glucosa solo.
Los investigadores, de la Universidad de California en Davis, también hallaron que los del grupo de la fructosa se hicieron menos sensibles a la insulina, que controla los niveles de glucosa en el organismo, y que sus triglicéridos aumentaban más en la sangre.
El azúcar de mesa, la sacarosa, tiene un 50% de glucosa y un 50% de fructosa. El sirope de maíz se diferencia en tener un 55% de fructosa, y en este caso su efecto sobre la grasa del hígado y los triglicéridos es mayor. Además es importante saber que al combinar glucosa con fructosa, la glucosa aumenta la absorción de la fructosa y los efectos negativos de ésta.
Por si fuera poco, el Dr. Richard Johnson, profesor de la Universidad de Medicina de la Universidad de Colorado, nos desvela ahora que el consumo de este edulcorante puede ser responsable también de aumentos de ácido úrico. Incluso se está pensando en usar los niveles de ácido úrico como un marcador de cómo es de sensible el paciente a la fructosa. A más ácido úrico más sensible a los efectos negativos de la fructosa. El 90% de los adolescentes con hipertensión tiene alto el ácidos úrico (por encima de 5,5), y su hipertensión mejora al disminuir su ácido úrico.
Entonces ¿comer fruta? La fruta contiene fructosa, pero con poca glucosa, y además con presencia de vitaminas y antioxidantes, luego haría falta comer mucha fruta para tener efectos secundarios, aunque en ciertas personas, con predisposición genética o con enfermedades metabólicas. El caso del zumo es más complicado pues eliminamos la pulpa y se pierden muchos antioxidantes, por lo que si resultan más dañinos. Un limón tiene 0’6 gr de fructosa, una rodaja de piña 4 gr, una naranja 6 gr, una manzana 9 gr, una taza de higos secos 26 gr.
En general, se recomienda no pasar de 25 gr de fructosa por día, y la media de los americanos es de 75, y el 25% toma más de 130 gr [...]
Ten en cuenta lo que te he traído hoy a estas páginas, pues a veces, lo que más nos daña en nuestra vida son nuestras propias elecciones, es posible que sin saberlo, pero a partir de hoy ya lo sabes.