jueves, 27 de agosto de 2009

La diferencia entre un profesional y un aficionado

Alertan sobre el alto riesgo del mal uso de las plataformas vibratorias

Fisioterapeutas y profesionales del deporte sostienen que no todas son buenas y que tienen contraindicaciones

Autor:
Alfonso Andrade
La Voz de Galicia 23/8/2009

Se han puesto de moda en el siglo XXI, aunque el invento es de los años setenta, cuando los soviéticos las utilizaron para entrenar a sus astronautas. Las plataformas vibratorias, o body coach (entrenador corporal), se anuncian en cuanta revista existe, y toda cadena de televisión que se precie no entiende sus programas de venta nocturnos sin loas a estos aparatos. Son lo último en fitness, y, a tenor de los anuncios, parece que ya no es posible bajar unos kilos, reducir celulitis o ponerse cachas sin meterse en la coctelera y empezar a vibrar.

Y resulta que no es exactamente así. Fisioterapeutas y profesionales del deporte critican la falta de información que suele acompañar la venta y el uso de estas máquinas, extraordinarias cuando son de buena calidad y se utilizan correctamente, y peligrosas en el caso contrario.


El funcionamiento de las plataformas vibratorias es sencillo. Su base genera vibraciones que se transmiten al cuerpo, y los músculos reaccionan a ese estímulo mediante contracciones que intentan compensar los movimientos del aparato.

Este mecanismo permite numerosas utilidades. En fitness se puede utilizar como complemento a otro tipo de ejercicio, como correr o nadar, y también para relajar la musculatura después del esfuerzo físico. En fisioterapia, la máquina es magnífica para la recuperación de determinadas lesiones, especialmente las articulares, porque con ella se trabaja muy bien la propiocepción. Tiene además un uso positivo en salones de belleza, especialmente para combatir la celulitis.

¿Dónde empiezan las pegas? En primer lugar, cuando se publicitan funciones que la máquina no puede realizar. Por ejemplo, la sustitución del ejercicio físico, adelgazar o ganar musculatura. «La plataforma no va a correr por ti, y tampoco te va a muscular. Para eso hay que ir al gimnasio y ponerse en manos de un buen especialista que sepa lo que hace, porque trabajar contra resistencia es la única forma de lograr ese objetivo», explica Amadeo González, fisioterapeuta de la unidad de rehabilitación del Hospital A Coruña y del centro de fisioterapia Fisam, en esa ciudad.

En segundo lugar, las máquinas de body coach tienen un sinfín de contraindicaciones, como en los casos de embarazo, hernia, diabetes, epilepsia, migraña, problemas de retina, uso de marcapasos... «En general nunca deben subirse a estas plataformas las personas que tienen prótesis de cualquier tipo o enfermedades neurológicas», sostiene Amadeo González, y la cuestión es que en la publicidad no siempre se explican esos condicionantes.

Hay un tercer punto: la calidad. En el mercado se están vendiendo máquinas desde unos trescientos euros, cuando las buenas valen entre 5.000 y 10.000. Existen tres tipos. Las plataformas vibratorias verticales son las que se están promocionando más y, en general, vibran exclusivamente de arriba a abajo.

Más caras son las plataformas vibratorias basculantes u oscilantes, que incorporan además el movimiento lateral. Por último, las profesionales o triplanos se mueven en tres fases al añadir la oscilación de delante atrás, y consiguen vibraciones más naturales, similares a las que recibe el cuerpo al caminar o correr.

«Los profesionales del sector tenemos una guerra contra lo que están vendiendo las televisiones, que no cumple con los requisitos mínimos sanitarios. Las plataformas pueden ser muy perjudiciales usadas de manera incorrecta», advierte José Pena, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y masajista terapéutico en el complejo de salud compostelano Espagat.

Utilizar plataformas vibratorias de mala calidad supone, según los expertos, exponerse a lesiones importantes. «Las máquinas deben tener una oscilación extrema de entre dos y cuatro milímetros, ni más ni menos, pero estamos viendo algunas que llegan ¡hasta cinco, seis e incluso diez centímetros!», se escandaliza José Pena, de Espagat, que considera «una barbaridad» que la gente esté comprando esos equipos.

Sobre todo en el caso de que el uso al que se destinen sea la recuperación de lesiones u otros problemas físicos. «Para eso está muy limitadas por las contraindicaciones que tienen las plataformas», sostiene Amadeo González, del Hospital A Coruña, que insiste, como todos los profesionales, en la importancia de «que sea un experto» el que controle el empleo de estos aparatos.

Además, si se trata de un uso puntual, resulta más económico apuntarse durante un tiempo a un centro que tenga buenas máquinas que adquirir una de mala calidad por quinientos o seiscientos euros.


Los tiempos de uso en las plataformas vibratorias deben ser cortos, y es necesario evitar determinadas posturas, como, por ejemplo, superar la tendencia a erguirse.

«Cuando se utiliza mal, la plataforma puede ser lesiva y, a la larga, generar problemas de espalda y de articulaciones», previene José Pena, que compara lo que está sucediendo con estas máquinas con lo que pasó en su momento con los parches vibratorios.

«Es lo mismo que lo de los electroestimuladores -afirma este experto-. Nadie va a sacar musculatura tumbado en un sofá, y además, esos parches son para utilizar correctamente en partes puntuales del cuerpo».

Las malas posturas en la plataforma dan lugar también a náuseas, mareos y fuertes dolores de cabeza.

Sin embargo, las posibilidades de una buena máquina son enormes. Como complemento de otras actividades deportivas, permite mejorar el tono muscular, la elasticidad y la fuerza corporal. «Además -prosigue Pena-, al incrementar el riego sanguíneo, tiene excelentes aplicaciones en tratamientos de salud y belleza».

Por SEGURIDAD y CALIDAD de su maquinaria, Gimnasio Marbel respalda totalmente este artículo de divulgación periodístico y le recomienda confiar en los profesionales que velan por su salud y no pretenden ofrecerle pócimas milagrosas. Lo "barato" le puede salir muy caro.

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